Desde el corazón palpitante del Resguardo Indígena Kamëntšá Biyá del Valle de Sibundoy, donde el aliento de la madre tierra se mezcla con la memoria de nuestros ancestros, nace este espacio como un tejido vivo de nuestra esencia Kamëntšá. No es solo palabra escrita, es pensamiento sembrado, es canto de los abuelos y abuelas, es el eco de la tulpa donde se conversa con el fuego y se escucha el latido de la madre tierra; aquí, cada letra es una huella, cada idea es una semilla que brota desde el sentir profundo de nuestros mayores del Pueblo Kamëntšá Biyá.

Este lugar es más que un sitio, es un territorio espiritual, un espacio de pensamiento donde la sabiduría ancestral Kamëntšá se ofrece como alimento para el alma; es un espacio donde la lengua materna se pronuncia con dignidad, donde la cosmovisión florece como el yagé en ceremonia, y donde el visitante que llega con respeto puede caminar junto a nosotros por el sendero del buen vivir, aquí se entrelazan nuestras raíces con el presente, para que el futuro no olvide quiénes somos.

La biblioteca viva que aquí se levanta no guarda libros, guarda espíritus, guarda sueños, guarda la palabra mayor que nos guía como bastón de mando, es un fogón digital donde el conocimiento no se acumula, sino que se comparte, se cuida y se honra. Es un lugar para fortalecer el tejido ancestral, para que nuestra identidad no se muera, sino que se expanda como el aroma de las plantas en ceremonia.

Este sitio no es solo nuestro, es de todos los que caminan con el corazón abierto, con los pies descalzos de prejuicio, y con el alma dispuesta a aprender desde el respeto, porque aquí, la tierra habla, el espíritu guía, y la palabra se convierte en camino.